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Brindar Asistencia Primaria a Personas en Crisis con Posibles Pensamientos Suicidas

 

Conocer las pautas básicas para asistir a una persona en crisis con posibles pensamientos suicidas puede significar una gran diferencia para quien necesita ser asistido. Lo primero que se nos ocurre pensar en esos momentos es ¿Qué le digo? como si hubiera unas palabras mágicas que sacaran a la persona de su crisis emocional o disiparan sus pensamientos suicidas. Hasta donde sabemos, esas palabras mágicas no existen, en cambio, desde nuestra experiencia, lo que sí resulta muy tranquilizador es la escucha. 

 

Las personas que están atravesando una crisis emocional no necesitan tanto que les hablen pero sí hablar y sentirse escuchadas. Por eso, desde Hablemos de Suicidio ONG insistimos en el poder de la escucha en la prevención del suicidio y brindamos las pautas básicas de la escucha activa para que quien lo necesite no solo pueda ser escuchado mucho mejor sino que, además, se sienta escuchado.

 

Cuando asistimos a una persona qué transita una crisis emocional con pensamientos suicidas, además de estas pautas básicas para la escucha a las que nos referimos en nuestra página La Escucha Activa en temas relacionados con el Suicidio, es necesario considerar otras cuestiones:

 

Detectar la crisis

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Las personas que atraviesan crisis emocionales con pensamientos suicidas suelen sentirse avergonzadas por lo que están sintiendo o bien no querer preocupar a sus seres queridos con sus problemas. Por este motivo, es muy frecuente que estas personas oculten sus síntomas e incluso responden con evasivas a preguntas muy directas como: “¿Te pasa algo?”. Esto hace que en la mayoría de los casos sea muy difícil detectar la crisis emocional o los pensamientos suicidas. Los expertos nos hablan de señales de advertencia que podrían ser útiles: cambios de ánimo, conductas poco habituales, problemas para comer o dormir, una actitud agresiva o más afectuosa que lo habitual, dificultades en la concentración, etc. Sin embargo, todas estas señales son demasiado ambiguas e incluso podrían ser normales o al menos frecuentes a ciertas edades como la adolescencia o el ingreso a la tercera edad. 

 

Otro problema para detectar estas señales es que la familiaridad y la convivencia hacen que se naturalicen incluso señales mucho más evidentes y directas tales como confesiones enmascaradas o explícitas: “Quisiera dormirme y no despertar nunca más”, o bien: “Me quiero matar”. Por increíble que parezca, la repetición de este tipo de expresiones hace que las naturalicemos y les dejemos de prestar atención. 

 

¿Cómo hacer entonces para detectar una crisis emocional entre nuestros seres queridos o círculos cercanos? Quisiéramos tener una respuesta categórica a esta pregunta, pero, la realidad es que, salvo que se presenten indicios muy claros y quienes estén cerca no los naturalicen, en la mayoría de los casos los convivientes o el círculo cercano no llegan a detectar la crisis emocional con pensamientos suicidas hasta que el proceso avanza a niveles riesgosos. Por este motivo, la mejor estrategia es estar presentes siempre.

 

Estar presentes

 

En nuestra página La Escucha Activa en temas relacionados con el Suicidio nos referimos a la escucha como principal recurso en la prevención del suicidio, sin embargo, hay otro recurso que le antecede y puede ser tanto o más valioso: la presencia. La escucha requiere en algún grado de la participación del otro, es necesario que el otro hable. Quienes hemos tenido que asistir a personas con pensamientos suicidas sabemos que eso no siempre es sencillo. Más aún en temas que generan vergüenza o temor como pueden ser las crisis emocionales o los pensamientos suicidas. La presencia consiste en estar disponibles para el otro y hacerle saber que lo estamos. 

 

Es importante no anteponer barreras en la comunicación como pueden serlo críticas, consejos apresurados, desvalorizar, minimizar o negar los sentimientos o las experiencias del otro, etc. El resto es paciencia. Debemos aceptar que por más cercana que fuera nuestra relación el otro siempre es dueño de su intimidad y tiene derecho a contarnos, o no, lo que siente. Aún cuando sospechemos que un ser querido está transitando una crisis emocional no es posible obligarlo a que hable, se hace necesario ser pacientes y aprovechar ese tiempo para construir o reforzar el vínculo de confianza mutua. Hablar de otros temas, mostrar interés por su actividades, tratarlo con respeto y afecto, escuchar y valorar sus opiniones, y valorar sus virtudes o logros, siempre ayuda.                      

 

Construir o reforzar el vínculo de confianza mutua

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Un requisito básico para la asistencia a una persona en crisis con posibles pensamientos suicidas es la confianza mutua. Resulta mucho más fácil cuando existe un vínculo de confianza previo, pero, en muchos casos, las circunstancias determinan que el asistido y el asistente sean desconocidos o que, aún siendo amigos o familiares, no se exista previamente el nivel de confianza necesario para la asistencia. Aún así, la necesidad del asistido y la voluntad de ayudar de quien asiste hace posible que ese vínculo de mutua confianza pueda ser construido rápidamente. Lo que se necesita concretamente es que el asistente perciba y confíe en la real necesidad del asistido, y que el asistido confíe en la real voluntad de ayudar del asistente. 

 

Algunas veces esto se da fácilmente. Resulta de mucha ayuda seguir las recomendaciones de la escucha activa. No juzgar, no dar consejos apresurados, no negar o minimizar los sentimientos, no desentenderse de la situación, etc. (Ver La Escucha Activa en temas relacionados con el Suicidio).

 

Hay otras ocasiones en que resulta mucho más difícil acercarse a una persona de la que sospechamos que podría tener pensamientos suicidas. Construir un vínculo de confianza mutua puede requerir de mucha paciencia y tolerancia. Cuando no es posible conectar desde la palabra, lo que prevalece es la presencia: Estar disponible y que el otro sepa que estamos disponibles. Frases tales como: “Te noto extraño, te pasa algo” o “Sabés que podés contar conmigo”, nunca están demás. En el mejor de los casos podrían dar inicio a una asistencia, sí no, al menos, el otro sabrá que lo que le está pasando nos importa. 

 

Si somos capaces de mantener esta presencia, especialmente con convivientes u otras relaciones de trato cotidiano, es muy probable que en algún momento se dé una charla más sincera. Si no fuera así, nuestra presencia de todos modos siempre será valiosa para el otro.

 

Determinar el nivel de riesgo inmediato

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Independientemente del nivel de riesgo, establecer un vínculo de confianza mutua desde una escucha atenta y empática, que valida los sentimientos, que no juzga ni critica, que no propone soluciones inmediatas y que acompaña en el dolor, siempre es necesario. Sin embargo, cuando existan indicios ciertos de que la persona a quien estamos asistiendo podría atentar en ese mismo momento contra su vida o ya lo hizo, por ejemplo mediante la ingesta descontrolada de psicofármacos o con autolesiones, el objetivo prioritario de la asistencia ya no será el de animar a la persona para que movilice sus propios recursos sino el de conseguir ayuda externa para preservar la integridad y la vida del asistido.

 

El nivel de riesgo se debe evaluar tanto desde lo físico (cortes o ingestión de pastillas) como desde la intencionalidad (una clara determinación del asistido de atentar contra su vida). En caso de duda, siempre es preferible tratar la situación como si fuera una emergencia. Ver: Brindar Asistencia Primaria en caso de Emergencia por Riesgo de Suicidio.

 

Escuchar

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La escucha es, como dijimos, la principal herramienta en la prevención comunitaria del suicidio. No abundaremos aquí sobre el tipo de escucha que una persona en crisis o con pensamientos suicidas necesita porque ya nos referimos a ello en detalle en nuestra página La Escucha Activa en temas relacionados con el Suicidio y otras. Solo diremos que lo que una persona que atraviesa una crisis emocional necesita, no son consejos y mucho menos críticas. Tampoco necesita que se lo convenzan de determinado curso de acción, como por ejemplo consultar a un médico o psicólogo. Eso, en todo caso, vendrá luego y por decisión del afectado. En el momento de la escucha nos está pidiendo ayuda a nosotros, debemos valorar y aprovechar ese momento para brindarle una escucha empática, abierta y contenedora. Sentirse escuchado para una persona en crisis emocional es como encontrar un oasis en el desierto de su angustia, es un refugio donde recargar pilas para seguir adelante con los propios recursos renovados. Ser elegidos para este acto sublime de brindar consuelo y esperanza es un honor que no debemos malograr. Esa capacidad de escuchar a un otro circunstancialmente desvalido desde una postura de humilde paridad es lo que nos define como verdaderamente humanos.

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