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Compartir Experiencias Personales en Grupos de Ayuda Mutua

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Origen ancestral de la ayuda mutua 

 

Los grupos de ayuda mutua subsisten y se multiplican porque su esencia misma está grabada en nuestros genes: alguien que cuenta una experiencia personal con toda la carga de emotividad y subjetividad que esto implica y alguien, o varios, que escuchan, no solo lo que se dice, sino también todas esas emociones que, gracias a esa increíble capacidad que llamamos empatía, de algún modo pasan a ser un poco nuestras. Quien cuenta siente el alivio de la carga compartida, que el otro se convierte en espejo para comprender mejor sus propias experiencias y en cómplice para recorrer juntos una parte del camino que lleva a esta comprensión; quien escucha también se siente parte de algo más grande, porque el otro confió en él, le mostró sus zonas vulnerables, y ese acto de generosidad indefectiblemente profundiza un vínculo entre ambos. Luego los roles se invierten, el proceso se repite y en cada intercambio se va afianzando el sentido de pertenencia al grupo.

 

Esta escena, que podemos observar hoy en cualquier grupo de ayuda mutua sobre cualquier temática, no es nueva, ni tampoco es exclusiva de los autodenominados grupos de ayuda mutua. Hasta donde sabemos, es tan antigua como la propia especie humana y tan universal que podríamos decir que dio origen a nuestra civilización. Según cuentan los antropólogos, los humanos primitivos hacían reuniones. Podemos imaginarlos después de una jornada de cacería o recolección, sentados alrededor de un fogón compartiendo alimentos, historias, miedos y angustias. En resumen, fortificando vínculos. La civilización cambió el fogón por la mesa familiar, pero la esencia de afianzar vínculos compartiendo experiencias no cambió. Es lo que nos define como animales gregarios. Más recientemente la radio o el televisor se incorporaron a reuniones donde el participante electrónico cuenta noticias, chismes o historias de ficción que los demás participantes se limitan a comentar y, en las últimas décadas, las pantallas individuales se convirtieron en síntoma de un creciente aislamiento. Las redes sociales nos comunican con un otro multitudinario pero mucho más distante. Los vínculos humanos se volvieron líquidos, según describe el filósofo posmoderno Zygmunt Bauman. No obstante, la naturaleza humana no ha cambiado: seguimos necesitando de un otro que nos abrace en su escucha y se preste a ser nuestro espejo y nuestro refugio.

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Surgimiento y expansión de los grupos de ayuda mutua

 

La vida urbana, y en los últimos tiempos las tecnologías de comunicación,  permitieron que se formaran grupos de ayuda mutua más específicos para atender problemas que los tabúes sociales o el desconocimiento sobre la problemática no permiten tratar adecuadamente en los grupos sociales tradicionales como la familia o las amistades. Así fueron apareciendo grupos de adictos en recuperación, dependientes emocionalmente, afectados por enfermedades poco frecuentes, ex combatientes, dolientes por la pérdida de seres queridos, supervivientes del el suicidio de un ser querido, etc. Las temáticas que abordan estos grupos pueden ser muy específicas, pero su esencia sigue siendo la misma que en aquellos fogones primitivos: ayudarse mutuamente desde la ancestral estrategia de compartir experiencias. Sin embargo, la práctica de esta estrategia en grupos de ayuda mutua nos indica que para que la misma resulte realmente efectiva, para que todos los participantes se sientan escuchados, contenidos y acompañados, se deben cumplir algunas condiciones básicas.

 

Condiciones básicas para compartir experiencias en grupos de ayuda mutua

 

Respeto

 

El respeto mutuo es la condición fundamental para que un grupo de ayuda mutua pueda funcionar. No nos extenderemos aquí en este tema porque ya fue tratado en:

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Acuerdo de Participación en Grupos de Ayuda Mutua

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Recomendaciones para participantes en Grupos de Ayuda Mutua

 

Escucha Activa

 

Lo mínimo que lógicamente puede esperar cualquier persona que comparta sus experiencias personales en un grupo de ayuda mutua, además del respeto, es ser y sentirse escuchado. Este tema también lo desarrollamos con detalle en:

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Escucha Activa en temas relacionados con el Suicidio

 

Reciprocidad

 

La otra condición importante para que una persona se anime a hablar sinceramente de las cosas que le pasan y lo que sienten al respecto es que perciba un ambiente hospitalario y se generen vínculos de confianza mutua. Para ello es importante que quienes escuchan también estén dispuestos a compartir sus experiencias. En nuestra página El camino hacia la Compasión en Grupos de Ayuda Mutua tratamos con mayor detalle este tema

 

Ver también:

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Ayuda Mutua y Asistencialismo

​

La Ayuda Mutua en la Prevención del Suicidio

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Sumate al Voluntariado

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Hablemos de Suicidio ONG

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