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13/1 Día Mundial de lucha contra la Depresión

Actualizado: 15 nov 2023


Día Mundial de lucha contra la Depresión

La depresión es la afección del ánimo más frecuente. Alcanza a más de 300 millones de personas en el mundo, es la primera causa de discapacidad y uno de los principales factores de riesgo de la conducta suicida. También es uno de los trastornos mentales más estudiados y para el que existen más recursos farmacológicos y terapéuticos. Sin embargo, eso no resuelve el problema de la depresión cuya incidencia no para de aumentar. Tal vez estamos equivocando la pregunta: en vez de pensar en cómo curar la depresión deberíamos preguntarnos en principio por qué la depresión aparece. Debemos estar haciendo algo mal para que, a pesar de los adelantos científicos y de los recursos disponibles, cada vez más personas sufran depresión.


En este sentido, varios autores, pero especialmente Zygmunt Bauman, pusieron la atención en los cambios sociales de la modernidad que debilitaron los lazos sociales y promovieron el individualismo. El síntoma más notorio de la depresión es el desgano, que a veces se muestra como un notorio déficit en las actividades cotidianas, pero otras como una sobrecarga que lleva a los afectados a cumplir con sus “obligaciones” pero con un gran esfuerzo y una completa pérdida del disfrute. En ambos casos, los afectados manifiestan que detrás de ese desgano hay una pérdida total de sentido o de propósito. No se le encuentra sentido a las actividades cotidianas y ni siquiera a la propia vida. No es extraño que en muchas ocasiones la depresión vaya acompañada por pensamientos suicidas. La pregunta entonces es: ¿Cómo se recupera o cómo se evita que lo que hacemos y la vida misma pierdan sentido? O, mejor aún: ¿Qué es lo que hace que lo que hacemos o la vida misma cobre sentido? Desde ya, no tenemos esa respuesta, pero muchos piensan que el sentido de la vida y de cada uno de nuestros actos tiene mucho que ver con las relaciones humanas profundas y significativas. Volviendo a Bauman, esto explicaría que los cambios sociales ocurridos en la posmodernidad, donde los vínculos entre las personas se volvieron más débiles, transitorios y fluidos, sean acompañados por una verdadera epidemia de depresión. No se trata de tener más relaciones o una vida social más activa, nada de eso nos protegerá de la depresión; sino de cultivar vínculos afectivos profundos, auténticos y significativos.


Esto implica replantearnos por completo nuestra forma de vivir. Hayamos o no tenido depresión, deberíamos repensar nuestra escala de valores, qué cosas en la vida son más importantes, a qué le dedicamos nuestra atención y nuestro tiempo.


En Hablamos de Suicidio trabajamos para operar ese cambio cultural tan necesario; para aprender a comunicarnos, a contar lo que nos pasa y lo que sentimos, a escuchar. Tendremos que re-entrenar estas habilidades sociales olvidadas por el individualismo y la frivolidad. Solo así podremos contar con vínculos sociales más sólidos, reducir la prevalencia de la depresión y otros trastornos afectivos de nuestro tiempo, y prevenir el suicidio.


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