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¿Cómo se ve un suicida?

Actualizado: 2 mar



Existe una creencia muy extendida según la cual las personas con pensamientos suicidas deberían verse deprimidas, es decir, tristes, abatidas, desganadas, y con una postura corporal que por sí sola delataría su hartazgo por la vida. Nos gusta pensar que esto es así porque, si así fuera, en caso de que uno de nuestros seres queridos estuviera pensando en el suicidio sería fácil para nosotros darnos cuenta. Incluso los profesionales nos hablan de “señales de advertencia del pensamiento suicida” que, supuestamente, cualquier persona atenta podría notar para actuar en consecuencia.


Lamentablemente esto no es así, o al menos no siempre es así. La asociación civil para la prevención del suicidio Empesares realizó una campaña para mostrar la falsedad de esta creencia publicando en su cuenta de Instagram cientos de fotografías de personas que murieron a causa de suicidio tomadas poco antes del hecho trágico. El diario La Nación se hizo eco de esta campaña. Allí podemos ver chicos y chicas sonrientes y relajados que, sin embargo, poco tiempo después murieron a causa de suicidio.


A todos nos cuesta creer que un ser querido pudiera estar pensando en el suicidio. Ya sea por familiaridad o por negación incluso las señales más evidentes suelen pasar desapercibidas para los convivientes. Y, por supuesto, una sonrisa o una postura relajada nos tranquiliza. Queremos creer que todo está bien. Pero esta falsa tranquilidad es peligrosa. Para cuidar a nuestros seres queridos no deberíamos esperar a que las señales sean evidentes. Tal vez nunca lo sean. Es necesario establecer canales de diálogo y confianza mutua siempre, incluso cuando una sonrisa tranquilizadora nos está diciendo que no pasa nada. Deberíamos generar espacios de escucha segura donde hablar de temas difíciles sea posible. Deberíamos animarnos también a hablar sobre pensamientos suicidas, para que este tema deje de ser un tabú y los afectados se sientan en libertad de contar lo que les pasa.


La campaña de Empesares es también una reivindicación para quienes transitan un duelo por el suicidio de un ser querido que, además del dolor que esto implica, muchas veces son señalados con miradas acusadoras que parecieran decir “seguro que no lo cuidaste lo suficiente”. El suicidio es siempre una decisión de otro. Hablar puede ayudar cuando se logran generar estos espacios de diálogo y cuando el otro acepta la ayuda. Pero el pensamiento suicida muchas veces transcurre en silencio y bajo una fachada de aparente normalidad. Es muy difícil detectarlo y, a veces, imposible detenerlo.


Agradecemos a la Asociación Civil Empesares por este trabajo que ayuda a desmitificar una creencia tan peligrosa.


 

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