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Día internacional de la Esquizofrenia 16/8/2022

Actualizado: 8 sept 2022



Nota del Editor


Si bien la esquizofrenia no es uno de los trastornos mentales más frecuentes, el sufrimiento que produce a los afectados la convierte en un importante factor de riesgo para la conducta suicida. La Organización Mundial de la Salud estima que más de la mitad de los 21 millones de personas que padecen esta enfermedad no reciben tratamiento. Además, el estigma social que conlleva la esquizofrenia solo aumenta el aislamiento y el padecimiento de los pacientes incrementando su riesgo de suicidio. Por eso, desde Hablemos de Suicidio ONG acompañamos la iniciativa de instaurar el 16 de Agosto como Día Internacional de la Esquizofrenia y conmemoramos esta fecha publicando un testimonio anónimo que ilustra los padecimientos y dificultades que enfrentan los afectados, y cómo una sociedad más abierta e inclusiva podría resultar de gran ayuda para ellos.

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El testimonio anónimo


Todo empezó con el suicidio de mi padre cuando yo tenia 6 años. Parece que él sufría de depresión y decidió hacerlo en su trabajo. Por suerte no nos dejó ver cómo lo hizo. Eso marcaría mi historia, la de mi familia y la de cualquiera que me rodeara.


Yo seguí viviendo "normalmente". Era muy pequeña y no entendía mucho. Lo que recuerdo es vivir en un mundo de fantasía , todo estaba bien y todo era normal. A mi alrededor tenía a mis abuelas, a mis tíos, a mis primos, iba al colegio, iba al club, jugaba con mis amiguitas; como cualquier persona, pero faltaba mi papá. La relación con mis hermanos no recuerdo que haya sido muy buena.


A medida que fuimos creciendo la cosa se puso peor. Recuerdo haber tenido problemas en el colegio primario. Los chicos me hacían el vacío, no recuerdo por qué, y una chica me tomó bronca. Luego me cambié a otro colegio. Esta chica y otra más se cambiaron conmigo. Entre ellas dos destrozaron tres años de mi vida. Todo ese colegio nuevo me hizo bullying: ofensas, reírse cuando yo pasaba al pizarrón, no incluirme en los grupos obligatorios de estudio, ni en nada, casi completamente sola. Eso fue marcando mi personalidad. Ni los profesores ni la preceptora hicieron nada para ayudarme. NADA.


Luego entré en la universidad. Ahí las cosas fueron mejores, aunque yo tenía problemas de depresión, ansiedad y alimentarios. Empecé bien pero luego me fue costando mucho hasta que tuve que dejar. Continué trabajando. Intenté trabajar de lo que había estudiado pero no lo logré. Nunca pude tener mucha responsabilidad ni disciplina.


La cosa se iba poniendo peor. Empecé a sentir que un chico del cual estuve enamorada virtualmente me había hackeado la computadora. Me terminaron internando en una clínica psiquiátrica por un pico psicótico. Desconocía a mis familiares y pensaba que todos eran víctimas de la dictadura, desaparecidos a los cuales yo tenía que ayudar. Por suerte, en la internación fui bajando ese grado de delirio, pero después hice hospital de día y no me recuerdo totalmente consciente de la realidad, o más o menos normal, como se diría. Siempre tenía una mirada propia muy parcial.


La primera vez que hice hospital de día, no pude abrirme y me recluí leyendo en la escalera de salida. Creo que al año siguiente me volvieron a internar y otra vez a hacer hospital de día y ahí sí! Ahí hablaba con todos, hacía las actividades: teatro, musicoterapia etc. Hablaba y salía a pasear con mis compañeros. Hasta me hice una amiga que cambió mucho mi carácter, me hizo más adulta y más tranquila y más madura.


Me acuerdo que fui a muchos psicólogos y psiquiatras, pero cuando me internaron me atendió una psiquiatra que todavía conservo. Me diagnosticó esquizofrenia paranoide. Y una psicóloga que me salvó la vida muchas veces. También me acuerdo que fui a un lugar de rehabilitación física que me ayudó mucho a valorar la vida ya que ahí veía a personas sin piernas o sin poder caminar y yo me veía con todo el cuerpo, que podía caminar y lo valoraba mucho.


Después de esa amiga que mencioné, conocí más amigos y hasta me puse de novia por primera vez. Había tenido experiencias con personas pero no habían alcanzado el nivel de parejas o novios.


Luego vino esta pandemia y el día más triste de mi vida: mi hermano se suicidó. Vivíamos mi mamá, él y yo juntos. Él sufría de depresión y todo se puso muy denso. Además era alcohólico y amenazaba con matarnos.


Sigo luchando día a día. Encontré cosas que me gustan mucho y me hacen seguir adelante aunque cuesta muchísimo. Sigo tomando medicación, me dijeron que la medicación es crónica. Tengo carnet de discapacidad. No volví a tener episodios psicóticos. Mi vida social es limitada, tengo amigos pero más que nada virtuales . Me resulta difícil conservar amigos. Puedo ser muy sociable y muy antisocial. Ahora estoy saliendo hace varios meses con un chico que me hace muy bien y trabajando un poquito vendiendo películas. Me gustaría tener más amigos y actividades. Pienso que es mi deber y que me ayudaría mucho poder ayudar a otras personas. Encontrar un lugarcito en la comunidad para seguir aprendiendo cómo convivir en esta lucha y hacer una vida linda, sin miedos y con mejor calidad.

 

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