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Mitos frecuentes entre supervivientes a la muerte de un ser querido por Suicidio: Mito 2


Mitos frecuentes entre Supervivientes a la muerte de un ser querido por Suicidio: Mito 2

Justificación: En algún momento del duelo por la muerte de un ser querido a causa de suicidio, la pena y la culpa por no haber sabido o podido evitar ese desenlace pueden ser tan intensos que muchos de los supervivientes pensamos también nosotros en el suicidio como una alternativa válida a tanto sufrimiento. Por suerte, en la gran mayoría de los casos, nuestro natural instinto de supervivencia nos impide llevar al acto esos pensamientos. Sin embargo, desde el dolor no lo vemos así, con mucha frecuencia sentimos que no tenemos el coraje necesario para hacerlo. Por oposición, con frecuencia pensamos que nuestro ser querido si lo tuvo, que fue muy valiente al llevar al acto sus pensamientos suicidas.


También suele suceder que los sobrevivientes nos sentimos, además de dolidos, abandonados, y que culpemos al difunto por habernos causado con su decisión tanto sufrimiento. Nos enojamos con nuestro ser querido fallecido a causa de suicidio porque pensamos que, pese a su propio dolor, tendría que haber aguantado, tendría que haber hecho frente a sus problemas, no tendría que habernos dejado con tanto dolor pensando solo en su persona, sentimos que lo que hizo fue un acto cobarde.


Ambos calificativos “valiente” o “cobarde” no solo son, como veremos, inapropiados, sino que también pueden ser peligrosos.


Consecuencias: Al asociar el calificativo de “valiente” al acto suicida estamos generando una imagen romántica y edulcorada del comportamiento suicida y, como sabemos, esto puede generar procesos de identificación e imitación en nosotros mismos o en otras personas vulnerables. No hay problema en pensar o decir que nuestro ser querido fue valiente en relación a otras acciones de su vida, pero asociar cualquier valoración positiva al acto suicida solo aumenta el riesgo de suicidio para nosotros y para nuestros seres queridos.


Asimismo, asociar el calificativo de “cobarde” al pensamiento o al comportamiento suicida solo alimenta el tabú que pesa sobre el tema del suicidio haciendo que quienes sufren por sus pensamientos suicidas sientan vergüenza y eviten hablar sobre lo que les pasa o lo que están sintiendo, bloqueando así toda posibilidad de conseguir la ayuda que necesitan.


El análisis de los testimonios de personas que sufrieron pensamientos suicidas muy intensos o incluso llegaron a intentar un suicidio nos muestra que ambos calificativos son inapropiados.


Realidad: Como dijimos, lo que nos cuentan quienes estuvieron al límite de pensar seriamente en el suicidio con intenciones claras o incluso llegaron al intento, es que en esos momentos de enajenación emocional no sienten que lo que están por hacer sea una decisión valiente o cobarde, no sienten que estén decidiendo nada, simplemente sienten que no tienen alternativas. En los últimos momentos no pueden medir las consecuencias de sus actos en el dolor que le provocarían a sus seres queridos, están demasiado sumergidos en su propio dolor como para poder evaluarlo. Tampoco imaginan su acción como un acto heroico merecedor de aplausos, simplemente no pueden ver otras opciones. Una acción valiente o cobarde requiere de una premeditación en la que el sujeto asume la responsabilidad de sus actos. Como vemos, esto no existe en el acto suicida, por lo que los calificativos de valiente o de cobarde resultan totalmente inapropiados.

 

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