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Sociedad patriarcal y suicidio masculino


Tal vez la conquista más grande del movimiento feminista fue desenmascarar al sistema social patriarcal cuyas consecuencias últimas son la disparidad de derechos formales y reales entre hombres y mujeres, y la violencia de género en todas sus formas. Aunque aún falta muchísimo para conseguir el objetivo último que debería ser la sustitución del sistema patriarcal por otro que implique paridad y respeto entre todos los seres humanos sin importar su género, es también mucho lo que se avanzó en este sentido y por ello debemos felicitar a todas las mujeres y hombres que impulsaron este cambio. Sin embargo, también sería bueno, para la propia causa, reconocer los errores que se cometieron y corregir el rumbo. La intención no es cuestionar a un movimiento con cuyos objetivos adhiero completamente sino impulsarlo en la dirección correcta.


El discurso feminista fue tan efectivo porque describe con crudeza y precisión los síntomas de el sistema patriarcal. Sin embargo, comete algunas omisiones a saber:


Pone al hombre como único responsable del estado de las cosas ignorando la cuestión de la transmisión cultural de valores en la que la mujer también participa. No suele mencionarse, por ejemplo, que muchas mujeres enseñan a sus hijos e hijas las pautas culturales machistas.


Por otro lado, pero más importante aún, pone a la mujer como única víctima del sistema patriarcal ignorando la presión que este ejerce sobre los hombres obligándolos a asumir un rol de autosuficiencia y control que no expresa su naturaleza sensible.


Esto último puede parecer una exageración o una nimiedad pero no lo es. Las estadísticas son elocuentes. Las mujeres usan con mucha mayor frecuencia los servicios de salud mental y los sistemas de asistencia comunitaria por crisis emocionales. La explicación que se le dio a este fenómeno en el pasado fue la mayor “vulnerabilidad femenina”, que es lo mismo que decir, “los hombres son fuertes por lo que no necesitan servicios de salud mental o asistencia comunitaria”. Sin embargo, hay un número duro e incuestionable que desmiente estas explicaciones: Los hombres mueren a causa de suicidio en una proporción mucho mayor que las mujeres. De acuerdo a las estadísticas vitales publicadas por el Ministerio de Salud, en el año 2019 murieron a causa de suicidio 2714 hombres y 578 mujeres, más de 4 hombres por cada mujer. Tal vez deberíamos comenzar a hablar de la “vulnerabilidad masculina” pero esto tampoco explicaría la situación. La disparidad entre suicidios masculinos y femeninos es mayor en los países con culturas más fuertemente machistas como Argentina, México, Australia o Rusia. Si bien el fenómeno podría ser mucho más complejo, resulta evidente que una cultura machista donde se censura a los niños cuando expresan sus sentimientos con frases como: “No seas marión” o “Los hombres no lloran”, o donde se los presiona para que sean autosuficientes con expresiones tales como “Compórtate como un hombre” o “Hacéte cargo como un hombre”, tendrá como resultado hombres poco proclives a pedir ayuda, propensos a transitar sus momentos difíciles en soledad y, finalmente, expuestos a un mayor riesgo de suicidio.


Como cada vez más personas, quisiera una sociedad igualitaria donde no exista discriminación de género. Creo que para lograr este objetivo es necesaria la colaboración de mujeres y hombres; y creo, también, que ambos géneros se verán beneficiados por el cambio: Las mujeres porque verán equiparados sus derechos y los hombres porque podrán expresar lo que sienten, pedir ayuda y reducir los índices de suicidio masculino.


 

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