Suicidio ONG
Un lugar de encuentro para personas afectadas por el drama del Suicidio
Buscar en el sitio
79 elementos encontrados para ""
- Recuperar el orgullo por ser Superviviente
Cuando era chico no entendía del todo las quejas y el llanto de mi mamá, pero sí me daba cuenta de que algo estaba mal. No sabía cómo ayudar, ni pensaba que pudiera hacerlo. Mi principal preocupación era que no se supiera. Que nadie supiera que mi madre lloraba por las mañanas y decía sin tapujos que se quería suicidar. Tampoco pensé que hubiera un peligro real en ello, no tenía miedo, más bien tenía vergüenza. Nunca invitaba amigos a mi casa ni hablaba de mi madre en público. Así crecí. Cuando ya era un joven profesional ocurrió lo impensado. Mi mamá se suicidó. Ese fue el dolor más profundo en toda mi vida, pero por encima del dolor seguía estando la vergüenza. Mi mamá se había suicidado: eso no podía ser normal. Además, descubrí que la vergüenza no era solo mía. Mis familiares hablaban de la muerte de mi madre omitiendo la palabra suicidio. Hasta escuché decir que en realidad no se suicidó, que murió porque se le detuvo el corazón (como si hubiera otra forma de morir). Años después, torturado por la culpa que me dejó el suicidio de mi madre comencé a tener yo mismo pensamientos suicidas. Fue una etapa muy larga de miedo, desesperanza y, otra vez, vergüenza. Seguía pensando que algo estaba mal en mi madre y que eso mismo estaba mal en mi. Los demás no se tenían que enterar. Hice tratamientos psicológicos y psiquiátricos para intentar salir de lo que parecía una depresión interminable. Pocas veces hablé de mis pensamientos suicidas, incluso en terapia. Aún recuerdo la mirada del primer psicólogo al que le confesé mis ideas. En medio de un largo silencio, se puso pálido y con su expresión parecía decirme: “vos sí que estás jodido”. Recuerdo haber salido de la consulta más avergonzado que nunca y convencido de que había algo muy malo en mí con lo que debería luchar en soledad. Toda esta espiral descendente se detuvo cuando ingresé en un grupo barrial sobre pensamiento suicida que ya no existe. Allí me encontré con otras personas que contaban historias similares a las mías. Descubrí que lo que le pasó a mi mamá y lo que me pasaba a mi no eran cosas tan extrañas o infrecuentes. Por primera vez pude sentir que no era un bicho raro y hablar de lo que sentía sin sentirme juzgado y sin avergonzarme por ello. Ese fue el primer paso importante en mi recuperación. Luego de eso participé en varias asociaciones para la prevención del suicidio y me puse a estudiar sobre el tema para hacer difusión. Descubrí que el suicidio y el pensamiento suicida no son para nada raros: De hecho, el suicidio es una de las principales causas de muerte y el pensamiento suicida afecta en algún momento de sus vidas a la mitad de la población. El verdadero problema es el tabú social que pesa sobre el suicidio haciendo que los afectados, ya sea por pensamientos suicidas propios o de un ser querido, tengamos que vivir nuestro drama en soledad. No somos responsables de los desafíos que la vida nos propone. Sí de lo que hacemos con ellos. Por eso hoy me siento orgulloso de haber tenido una madre con pensamientos suicidas, de haber transitado el duelo por su muerte a causa de suicidio, de haber transitado mi propio infierno con pensamientos suicidas, y de que, a pesar de todo eso, estoy vivo. Soy un superviviente. Mis cicatrices me llenan de orgullo porque son la prueba fehaciente de que le dí lucha a mis fantasmas. Hasta ahora vengo ganando esa pelea y eso me enorgullece a tal punto que quisiera contagiar este sentimiento a todos los que están luchando contra sus propios pensamientos suicidas, acompañando a un ser querido en su lucha o transitando el duelo por una muerte a causa de suicidio. Esa es la razón de ser de Hablamos de Suicidio ONG. Que los que resultamos afectados por el drama del suicidio dejemos de sentir vergüenza por lo que nos tocó en la vida y comencemos a sentirnos orgullosos por la lucha que dimos o que estamos dando. Ver también: Dejanos tu testimonio de superación en relación al Suicidio Grupos Gratuitos de Ayuda Mutua para personas afectadas por el drama del Suicidio Sumate al Voluntariado de Hablemos de Suicidio ONG
- Memorias de un sobreviviente al suicidio de un ser querido
Quien estando en este mundo hemos llegado a tener padres, hijos, hermanos, parientes, amistades, pareja, o alguien que los quiera, no deberíamos pensar en el suicidio. Ni siquiera en esos momentos oscuros de la vida en que el amor de otras personas no nos llega, y comenzamos a dudar de que exista. En eso el amor es como el sol, no se ve en días de tormenta, pero como dice la canción: "siempre está". Mirando hacia atrás puedo reconocer que siempre amé a mi madre y que ella siempre me amó. No con ese amor edulcorado de frases bonitas, besos y abrazos, pero sí con ese otro amor rústico que se hace evidente en el cuidado. Ella siempre quiso lo mejor para nosotros, para mis hermanos y para mí; siempre hizo lo que estuvo a su alcance para evitar que sufriéramos. Entonces: ¿Por qué decidió suicidarse? ¿Por qué nos abandonó? ¿Por qué nos sometió al trauma más profundo y más largo, al menos para mí, que fue su ausencia? Más que su ausencia, su decisión de condenarnos a su ausencia. A sentir que no fuimos suficientemente valiosos ni siquiera para justificar su vida. La única explicación que puedo encontrar es que no lo sabía, que ni siquiera llegó a imaginar el enorme daño que le estaba causando a sus seres queridos y especialmente a sus hijos, a quienes, estoy seguro, no les deseaba ningún mal. El suicidio de un ser querido deja muchas preguntas abiertas. En otra época hubiera pagado cualquier precio por poder hablar unos minutos con mi difunta madre y hacerle algunas preguntas. No esas primeras preguntas simples como: ¿Por qué lo hiciste?, creo poder imaginar esa respuesta; mi pregunta en ese momento hubiera sido: ¿Por qué nos hiciste esto?, ¿Por qué nos abandonaste?, ¿Por qué no pensaste en tus hijos? Por suerte la vida me dio la oportunidad de hablar con cientos de personas con pensamientos suicidas, primero como operador voluntario en una línea de asistencia al suicida y luego como participante en los Grupos de Ayuda Mutua para personas afectadas por el drama del Suicidio de Hablemos de Suicidio ONG. Entre todas esas personas, muchas me recordaban a mi madre: Mujeres de mediana edad, con hijos, agobiadas por conflictos en sus relaciones y, muy probablemente, transitando una depresión. Esos testimonios me dieron la oportunidad de escuchar, como si estuviera escuchando a mi propia madre, la respuesta a mis preguntas. En muchos de estos testimonios se repite casi invariablemente la frase: “Van a estar mejor sin mi”. Afortunadamente, el formato de grupo de ayuda mutua me da la oportunidad de confrontar ese convencimiento con mi propia historia. Además, los testimonios de otros familiares que sufrieron la pérdida de un ser querido a causa de suicidio lo confirman. Nunca los familiares estamos mejor, en muchos casos arrastramos un dolor persistente durante décadas y algunos hasta llegamos a pensar nosotros mismos también en el suicidio. Sé que vivir por el otro es una carga que puede resultar demasiado pesada, eso también lo aprendí en mi propia experiencia, además de escucharlo en otros testimonios. Entonces la tarea debe ser ese motivo, esa razón que le de sentido a nuestras vidas. Sé también que en esos momentos de oscuridad es difícil incluso imaginar que eso existe, que un día nos vamos a despertar entusiasmados y apasionados por una idea, un proyecto o un sueño. Cuando nada nos entusiasma ni nos apasiona es difícil incluso pensar que eso ocurrirá, pero ocurre, eso también lo puedo afirmar en base a mi experiencia y la experiencia de otros. No hay una receta ni una guía para encontrar eso que le otorgue sentido a la vida. La única pista que puedo dar es que no es en soledad, no es en aislamiento, no es en silencio. El sentido de la vida siempre es en relación a los otros y a los vínculos sanos que podamos construir, por eso sigo creyendo que los grupos de ayuda mutua son un buen lugar para comenzar a buscar. A mi madre ya no la puedo ayudar, pero hay otros que aún están sufriendo y que, tal vez sin darse cuenta podrían causar con una decisión desesperada un sufrimiento inmenso e innecesario a muchos más. Por eso, y fundamentalmente porque me ayuda en mi propia búsqueda de sentido, seguiré promoviendo los Grupos de Ayuda Mutua para personas afectadas por el drama del Suicidio. Ver también: Dejanos tu Testimonio en relación al Suicidio Sumate al Voluntariado de Hablemos de Suicidio ONG
- Día del Superviviente a la pérdida de un ser querido a causa de Suicidio
El próximo sábado 18/11, como todos los años en el tercer sábado de Noviembre, vamos a conmemorar el Día Internacional del Superviviente a la muerte de un ser querido a causa de suicidio. Es un día en el que intentamos visibilizar la magnitud de este drama y el dolor que seguimos sufriendo los que quedamos vivos. Las personas que piensan seriamente en el suicidio no llegan entender la dimensión del daño que podrían producir a sus seres queridos, muchos ni siquiera la imaginan. En sus testimonios escuchamos frases como: “De todos modos estamos alejados”, “A ellos no les importa nada de mí”, “Sé que van a sufrir pero lo van a superar”, o incluso “Solo soy una carga” o “Van a estar mejor sin mí” Deben saber que no es así. Que aunque la vida nos separe circunstancialmente los vínculos afectivos son permanentes . Que sin importar lo que digamos en un momento de enojo, el amor siempre está. Que aunque no nos veamos a diario, los necesitamos. Que la pérdida de un ser querido a causa de suicidio sumerge a quienes quedamos vivos en un dolor inmenso de por vida. Que muchos de nosotros padecemos sentimientos de culpa que nos carcomen las entrañas. Que nos sentimos abandonados. Que desde nuestra impotencia a veces nos enojamos con los que se fueron por una decisión en la que no nos dejaron participar. Que la ausencia duele, mucho y para siempre. Que muchos de nosotros, frente a tal sufrimiento, llegamos a pensar también en el suicido, que algunos lo han intentado o han muerto continuando un ciclo de tragedia difícil de parar. Que siempre los vamos a querer. En los Grupos de Ayuda Mutua para personas afectadas por el drama del Suicidio que organizamos en Hablemos de Suicidio ONG, con frecuencia se dan encuentros muy enriquecedores entre personas que padecen pensamientos suicidas y los que sufren por la muerte de un ser querido a causa de suicidio. Estos encuentros permiten a cada uno conocer la parte de la historia que por su particular circunstancia no pudieron dimensionar. Los que perdimos seres queridos a causa de suicidio tenemos la oportunidad de conocer las circunstancias que llevan a una persona a pensar en el suicidio y decirle esas palabras que no pudimos decirle en vida a nuestro ser querido. Y, a quienes están sufriendo por su particular circunstancia de vida un dolor tan intenso que los lleva a pensar en el suicidio, les permite ver las posibles consecuencias de sus actos en el sufrimiento de los que quedamos. Como supervivientes siempre estaremos a favor de la vida. De una vida plena que merezca ser vivida. No de un sufrimiento sostenido para no dañar al otro. Pero si, en el mientras tanto, vivir para el otro sirve de salvavidas, bienvenido sea. Sabemos que las circunstancias de la vida son cambiantes y que en algún momento volverá a aparecer esa ilusión, ese proyecto, ese entusiasmo que hace que vivir valga la pena. Pero para darnos esa oportunidad debemos mantenernos con vida. Por eso, les pedimos a todos los supervivientes a seres queridos fallecidos a causa de suicidio que rompamos el silencio. Que no nos escondamos más. Que mostremos nuestro dolor para que, quien esté pensando en el suicidio pueda volver a pensarlo. Desde Hablemos de suicidio los invitamos a expresar libremente lo que les pasa o lo que sienten desde: Nuestros Grupos de Ayuda mutua para personas afectadas por el drama del Suicidio. Enviándonos tu testimonio para publicarlo en forma anónima en nuestro blog. Participando de nuestro Foro para la Prevención del Suicidio. Y también a rendir homenaje a su ser querido fallecido a causa de suicidio en Homenaje a nuestros seres queridos fallecidos a causa de suicidio.
- Superar el dolor por la pérdida de una hermana a causa de suicidio
Mi hermana falleció en 2020 a causa de suicidio. Luego de su muerte estuve muy mal. Fueron meses de una agonía interna. Es imposible decirlo, el dolor, el espanto, la vergüenza, lo que dicen los demás. Tuve que aprender a vivir con la pérdida por suicidio, tuve que sobrevivir a eso. Pensé que iba a morirme. Se me había apagado la luz y la alegría por muchos meses. Mi hermana tenía 42 años y yo 39. Pasó un 30 de septiembre. En ese momento la pandemia comenzaba a flexibilizarse. Ese día ella fue a trabajar. Me había dicho el día anterior que la esperara. Nunca llegó. Ella era artista y docente. Teníamos una relación de amigas, compañeras en la vida, nuestras diferencias y nuestros dolores compartidos. Hoy, a tres años, me siento mejor, puedo disfrutar lo que elijo hacer. Todos los días pienso en mi hermana. Todos los días negocio con esa ausencia. Me quedó un trauma de aquel día. Cuando suena el teléfono y es un familiar pienso que me van a avisar de una desgracia así. No salí sola de esa depresión, tuve a alguien que hasta hoy está a mi lado. En ese momento era una relación que recién empezábamos. Cuando pasó todo no se fue, me cuidó, me alentó, respetó las crisis, los rechazos, me acompañó cada día, cada hora negra. Yo no podía levantarme más temprano, no podía pensar, no podía llorar, no podía hacer nada. Sentía que todos los días eran cada vez peores desde ese día, era un dolor abismal. Pensaba que me iba a morir, que era irreversible. Después empecé a odiar todo, odié todo, rompí relaciones, rompí lo que ya no me servía, me quedé con nada. No trabajaba, no estudiaba. A todo esto tenía que acomodarme y pensar en sacar adelante a mi mamá. Me partía el alma verla mal. Hoy mi mamá está con fuerzas y sigue sus estudios de dibujo, pintura y cerámica que había comenzado en la pandemia. Yo empecé a estudiar otras carreras, tengo otro trabajo. Me centré en estudiar y así encontré sentido. Mi sueño es crear un jardín de infantes o un espacio recreativo para niños que lleve su nombre. Algún día lo haré. Ver también: Dejanos tu Testimonio de superación en relación al suicidio Grupos Gratuitos de Ayuda Mutua para personas afectadas por el drama del Suicidio Sumate al Voluntariado de Hablemos de Suicidio ONG Brindar Asistencia Primaria en caso de Duelo por Suicidio
- “Es de varón” pedir ayuda
En nuestro país mueren cada día al menos 10 personas a causa de suicidio. En promedio, 2 mujeres y 8 varones. Como en casi todos los países del mundo, aquí el suicidio es un problema predominantemente masculino. ¿Por qué? Hay muchas teorías al respecto, pero el hecho de que existan excepciones, países donde el suicidio masculino no es mayoritario o al menos no en una proporción de 4 a 1, pareciera indicar que hay un factor cultural. Otro hecho que parece contradictorio, aunque en realidad refuerza esta idea, es que las mujeres piden ayuda frente a sus pensamientos suicidas en una proporción mucho mayor que los varones. Lo vemos en las consultas psicológicas, en las líneas de asistencia para personas en crisis o con pensamientos suicidas y en los grupos de ayuda mutua para personas afectadas por el drama del suicidio. La proporción es aproximadamente 4 a 1 pero esta vez mayoritariamente a favor de las mujeres. ¿Cómo es esto? ¿Las mujeres tienen más pensamientos suicidas y los varones mueren en mayor proporción a causa de suicidio? Evidentemente no: Las mujeres están más abiertas a pedir ayuda cuando se enfrentan a pensamientos suicidas y, tal vez por eso, llegan en menor proporción al suicidio. La pregunta que sigue es por qué los varones somos reticentes a pedir ayuda. Quienes somos varones y recibimos una educación tradicional lo sabemos, las madres y padres de esos varones también lo saben: La diferencia está en la forma en que fuimos educados. Dicen que para los pueblos primitivos el peor castigo no era la muerte sino el destierro. Los muertos son recordados y venerados, los desterrados se olvidan, no se habla de ellos, no reciben la mirada de sus compatriotas, no pertenecen. Somos animales gregarios, necesitamos pertenecer para sentirnos vivos, por eso tememos tanto al destierro. Cuando yo era chico el destierro estaba representado por el peor de los calificativos que un varón podía recibir: “Mariquita”. El señalamiento como “Mariquita” era como un decreto de exclusión, como una sentencia que decía “no sos de los nuestros”, no pertenecés al grupo de los varones. Era el infierno más temido, y por eso nos cuidábamos de no hacer nada que no fuera "de varón”. En especial nos cuidábamos de no pedir ayuda nunca, bajo ninguna circunstancia, porque “un varón se arregla solo”. Mucho antes de esto, antes de que tuviera edad suficiente para ir a la escuela, mis padres me enseñaron con firmeza y crueldad que era eso de “ser varón”. Si lloraba, en vez de consolarme se enojaban y me decían: “los hombres no lloran”, y si me quejaba por cualquier cosa me recordaban “no sos una nena”. A los hombres se nos acusa hoy en día de promover una cultura machista, sin embargo yo recuerdo más a mi madre que a mi padre enseñándome cómo ser “un hombre de verdad”: Supongo que a mis compañeros de primaria les pasó otro tanto, porque para cuando fuimos escolarizados ya compartíamos los mismos códigos: “Los hombres de verdad no muestran emociones, no se quejan y nunca piden ayuda”. Como dije, no creo que seamos los varones los únicos responsables de la reproducción de estas pautas culturales, tampoco creo que sean las mujeres las únicas víctimas: En nuestro país, 300 mujeres mueren cada año a causa de la violencia machista, y más de 2.500 varones a causa de suicidio al menos en parte porque la cultura machista nos enseño a no pedir ayuda. Todos somos responsables y todos somos víctimas. La cultura machista que cosifica a la mujer, y que impide a los hombres mostrarse vulnerables, con sus falencias y debilidades, viene perjudicando a ambos géneros. Por eso tenemos que deconstruirnos y, fundamentalmente, no reproducir las pautas culturales machistas que tanto daño nos han hecho. Tanto hombres como mujeres deberíamos redescubrir nuestros aspectos más humanos y, entre ellos, la característica que más nos identifica como especie, nuestra capacidad para pedir ayuda. Una sociedad donde todos aprendamos a mostrar nuestras emociones, a hablar de lo que nos pasa y a pedir ayuda será, sin duda, una sociedad más segura frente al riesgo de suicidio para nosotros y para nuestros seres queridos. Por eso, quienes tenemos hijos o menores a cargo y nos preocupamos por ellos, también deberíamos enseñarles a pedir ayuda, tanto a niños como a niñas. Ver también: Prevención Comunitaria del Suicidio Dejanos tu Testimonio en relación al Suicidio Escucha Activa en temas relacionados con el Suicidio
- Hablemos de Suicidio cumple su primer año de vida
Sabemos que existen muchas asociaciones para la prevención del suicidio en el país. Algunas son asociaciones de profesionales comprometidos con la temática, asociaciones de voluntarios que donan su tiempo para ayudar a personas en crisis o con pensamientos suicidas o asociaciones de personas que se formaron en prevención comunitaria del suicidio y generosamente comparten sus saberes en charlas abiertas. Sin embargo, no había, hasta dónde nosotros sabemos, una asociación dónde los afectados por este drama pudieran ayudarse mutuamente, es decir buscar ayuda y a su vez ayudar a sus pares. Esa fue la idea fundacional de Hablemos de Suicidio ONG y, sinceramente, no estábamos seguros de que fuera a funcionar. Nos decían que las personas afectadas por el drama del suicidio están demasiado dolidas, demasiado golpeadas como para poder ayudar a otro. Que los que padecemos o padecimos pensamientos suicidas, los que tuvimos o tenemos que lidiar con las ideas suicidas de un familiar o amigo, o los que transitamos un duelo por la muerte de un ser querido a causa de suicidio ya tenemos bastante con lo que nos pasa o nos pasó cómo para, además, ocuparnos del otro. Sin embargo, muchos de nosotros, por haber realizado tareas de ayuda voluntaria en otras asociaciones, sabíamos que ayudar hace bien, que el dolor compartido duele menos y que el camino de la recuperación siempre es junto al otro. Por eso, no sin dudas, nos embarcamos en la aventura de promover grupos de ayuda mutua para personas afectadas por el drama del suicidio. Tuvimos que aprender casi desde cero, hacer algo que nunca habíamos hecho: Ayudarnos y ayudar desde la escucha activa grupal, una escucha compartida y recíproca. En nuestro país, continuamente se van creando nuevos grupos y asociaciones para la prevención del suicidio. La mayoría de estos proyectos no pasan del año de vida, son muy pocos los que llegan a registrarse legalmente. Por eso, para nosotros, cumplir un año desde la firma de nuestra acta constitutiva realizando permanentemente acciones comunitarias es una señal de que esta idea que parecía alocada está funcionando. Sin embargo, la señal más clara para indicarnos que estamos en el camino correcto es el testimonio de los/as voluntarios/as y participantes que nos cuentan cómo el trabajo grupal ayudó en su propio proceso de recuperación. Esos testimonios nos llenan de orgullo y, por ese motivo, el 25 de Octubre a las 21 hs, en vísperas de nuestro primer cumpleaños oficial, vamos a dar una charla abierta a la comunidad sobre el tema: "Qué significa ser voluntario/a en Hablemos de Suicidio ONG y cómo la tarea del voluntariado y la experiencia grupal cambió nuestras vidas para mejor". ¡Los esperamos! Mas información en: https://www.hablemosdesuicidio.ar/charlas-abiertas-a-la-comunidad Ver también: Nosotros Nuestros comienzos Sumate al Voluntariado de Hablemos de Suicidio ONG Grupos Gratuitos de Ayuda Mutua para personas afectadas por el drama del Suicidio
- Carencias, fantasías y suicidio
Nací y crecí en un barrio pobre y en una familia muy pobre y conflictiva. Entre mis recuerdos de la infancia aparece mi mamá, siempre sentada frente a una máquina de coser y casi no aparece mi padre. Tal vez, como dice mamá, porque nunca estaba en casa. Sí recuerdo el arma que siempre dejaba sobre la mesa de luz. Mi padre era policía en esa época, y aunque su arma estaba a mi alcance, de algún modo me enseñó muy bien que no debía tocarla. Aún siento repulsión por las armas de fuego. También recuerdo las discusiones con mi mamá, siempre por los mismos temas, celos y dinero. Esta etapa terminó cuando yo tenía cinco años. Mi mamá resumió muy bien lo que pasó: “papá nos abandonó, así que vamos a tener que arreglarnos solos”. No supe más de mi papá hasta mis 19 años. Se contactó conmigo y dijo que quería verme. Ya no era policía, vino al barrio con un auto lujoso y me llevó a un café más lujoso aún. Pensé que se iba a disculpar por tantos años de ausencia y hasta había pensado en aceptar sus disculpas porque ya estaba cansado de no tener padre, pero no fue eso lo que pasó. Mientras miraba mi taza de porcelana con las zapatillas rotas me dijo: “Me preocupa tu futuro, qué pensás hacer de tu vida?”. Todo un rosario de recriminaciones pasó por mi mente, pero realmente quería hacer las paces. “Quiero ser contador”, le respondí, “ya me anoté para el CBC en la UBA”. “Nada de eso”, replicó, “yo puedo pagarte una universidad privada”. Pensé en rechazar su oferta por orgullo pero también sentía que era algo que él me debía. Así que me anoté en una universidad muy cara. En la facultad me fue bien, aunque no hice muchos amigos, siempre me sentí como sapo de otro pozo. Con mi padre me seguí viendo, aunque no muy seguido, conocí a su esposa, que al lado de mi mamá parecía una modelo de la televisión y a mis hermanas, a las que yo les decía princesas, un poco porque siempre estaban bien vestidas y otro poco porque no conocían el mundo real, no sabían lo que era ir a entregar un pedido solo por la propina y volver sin nada, ellas tenían todo a su disposición. También me mostraron fotos de sus viajes alrededor del mundo. Mi padre justificaba esos gastos diciendo que por su profesión tenía que conocer lo que vendía. De hecho era dueño de una agencia de viajes importante. A los dos años me pidió que trabajara en la agencia de viajes para pagar mis estudios. No me gustó que me lo plantee así pero realmente yo quería conocer el negocio familiar y pensé que además podría ser una experiencia útil como contador. Nada de eso sucedió, me pusieron a hacer tareas administrativas menores. De las cuentas se ocupaba un tal Pedro, un señor bajito con anteojos y cara de enojo que cuando llegaba mi papá se encerraba con él en la oficina. Yo no llegaba a entender el motivo de sus discusiones pero era evidente que discutían. Tampoco entendía por qué mi papá no lo echaba y ponía en su lugar a alguien que entendiera su visión para los negocios. De todos modos, la agencia iba viento en popa. Cada vez vendíamos más viajes y cada vez mi padre gastaba más dinero. Hasta me invitó a uno de sus “viajes profesionales” por Europa del Este. Al volver también conocí a mi tío Edgardo y a su novia que habían contratado un viaje al Lejano Oriente para su luna de miel. De a poco fui olvidando los resentimientos con mi padre, era una persona cautivadora que contagiaba optimismo, alegría y seguridad. Por eso a todos nos sorprendió cuando lo encontramos muerto en el baño de la oficina. Se había suicidado, no cabía duda. Sus antiguos compañeros de armas le ofrendaron un velatorio digno de la imagen que había sabido construir en vida. Pero no todo estaba en orden. La viuda y las princesas tenían cara más de enojo que de tristeza, escuché a mi tío Edgardo decir que lo de su viaje era lo de menos y, lo más inesperado, Pedro se acercó y me dijo: “Pibe, buscate un laburo y andate lejos, este castillo de naipes se va a caer y no quiero que te aplaste”. Pese al consejo de Pedro y a que la agencia estaba cerrada por duelo, el lunes fui a trabajar como siempre. Frente al edificio había una multitud de gente enfurecida exigiendo la devolución de su dinero. En un momento entendí todo. El increíble crecimiento de la agencia fue una gran estafa a miles de clientes. Toda la vida de mi padre fue una estafa en la que todos caímos subyugados por sus encantos. Sentí ganas de sumarme a la protesta con una pancarta que dijera “A mí también me estafó”. Pensé que si mi padre no estuviera muerto, yo y muchos más tendríamos ganas de matarlo, me sentí tan estúpido, me reproché no haberle recriminado nunca el abandono, más me reproché haber aceptado sus dádivas y sumarme a su circo. La había hecho bien: cuando el colapso fue inevitable se mató. No le importó su esposa a la que tanto decía amar, no le importaron las princesas mimadas ahora huérfanas y sin dinero para pagar su escuela bilingüe, los clientes estafados que ahora protestaban en la vereda, las decenas de empleados que quedaron en la calle sin tener a quién reclamar. No le importé yo, el hijo que lo esperó y se sumó sumisamente a su juego. Sentí ganas de matarme yo también. De todo esto ya pasaron muchos años. Con el tiempo aprendí a perdonarme y a perdonarlo. Entendí que estaba enfermo, que él también fue víctima de la situación, que sus propias carencias lo agobiaban e intentaba taparlas con lujos que no podía pagar honradamente, que detrás de su sonrisa y su optimismo escondía una angustia que llegó a hacerse insoportable. Por momentos me culpo a mi mismo por no haberme dado cuenta, pero acepto que entonces era joven e inexperto. Si hoy pudiera volver el tiempo atrás le diría: “Papá no sigas, si te equivocaste da la cara y que pase lo que tenga que pasar, pero no sigas avanzando hacia la muerte, porque te necesito vivo, porque te quiero, porque siempre te quise, aún en la época en que sentí que me habías abandonado” Tanto mi padre como mi madre me dejaron enseñanzas muy valiosas. Mi madre me enseñó a vivir en la realidad, y mi padre me enseñó trágicamente los peligros de vivir en un mundo de fantasía. Hoy trato de vivir en la realidad. Luché mucho por salir de la pobreza pero el dinero no me marea. Intento que las personas que me importan me quieran por lo que soy y no por lo que tengo y trato de avanzar paso a paso. Disfruto de las cosas pero más aún disfruto del amor de mis seres queridos. Ver también: Dejanos tu Testimonio de superación en relación al suicidio Grupos Gratuitos de Ayuda Mutua para personas afectadas por el drama del Suicidio Sumate al Voluntariado de Hablemos de Suicidio ONG
- Cuando la libertad se convierte en condena
“David se suicidó en julio. Se encontraba en libertad pero tal como reflexionaba años atrás en el taller, el Estado no estuvo con él ni con su familia para ayudarlo a vencer su consumo problemático. Desde entonces su mamá lleva a cabo una lucha por una ley específica de adicciones, en la cual pueda intervenir el entorno cuando se está poniendo en riesgo la vida de quien lo padece. Por otro lado pone en evidencia que cuando los detenidos salen en libertad, ¡No hay nada ni nadie! David fue uno de los fundadores de la revista allá por el año 2012. Él dibujó por aquel entonces nuestro logo…la flor de loto, el cual significa que aún en las peores circunstancias podía nacer algo hermoso como nuestro taller…Hoy lo recordamos con uno de sus escritos que visibiliza las posibilidades reales que se encuentran del otro lado del muro para quienes tengan antecedentes. ¡Nunca te voy a olvidar, David Maurig!¡Te quiero! Gisela Honorio” fragmento e Imagen extraída de la Revista: “Pensando en Voz Alta” Revista con redacción a cargo de los alumnos del CENS Nro. 24 del Penal de Devoto y edición y coordinación por la Prof. Gisela Honorio. Esta edición estuvo dedicada a David Maurig, un alumno del penal que se suicidó al salir en libertad. Yo no conocí a David pero, a través de sus escritos y de esta reseña en la revista, a modo de reflexión, quiero destacar la importancia que tienen en la salud física y mental ciertos espacios en dónde (aún estando en el peor lugar donde una persona puede estar) hay posibilidades de que nazca un proyecto, una motivación y la importancia de contar con personas que crean en vos. Ese espacio y esas personas, en el caso de David, eran la escuela y el taller de libre expresión. Imagino que esos lugares le daban la confianza para creer que podía modificar su vida, dejar el consumo problemático y sentirse seguro al ser contenido y escuchado, en lugar de juzgado. Al salir en libertad, nuevamente volvió a una situación de soledad y desamparo y ahí, cuando los amigos y/o la familia no saben o no pueden ayudar, el Estado tampoco estuvo. David tomó una decisión drástica e irreversible que seguramente se podría haber evitado. Ver también: Prevención Comunitaria del Suicidio Dejanos tu Testimonio en relación al Suicidio Homenaje a Nuestros Seres Queridos fallecidos a causa de Suicidio
- Mito 6: "Hablar sobre el suicidio genera ideas y puede inducir al acto"
Uno de los obstáculos más importantes para la Prevención Comunitaria del Suicidio son las creencias erróneas o mitos que circulan sobre el tema. En este Mes de la Prevención del Suicidio publicaremos, desde nuestro blog, una serie de artículos, basados en las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, con el objeto de concientizar a la población sobre la falsedad de estas creencias. Mito 6: "Hablar sobre el suicidio genera ideas y puede inducir al acto" FALSO Como muchos de los mitos que circulan en la comunidad, sobre el suicidio y también sobre otros temas, esta falsa creencia también tiene una parte de verdad. Vemos en los medios de comunicación, en las redes sociales, y también en las charlas cotidianas, que el tema del suicidio casi no aparece, o no aparece con la relevancia que debería tener por ser la primera causa de muerte violenta. Pero también, que cuando se toca el tema muchas veces se lo hace desde una perspectiva morbosa, mostrando detalles innecesarios que podrían perturbar a personas sensibles, o se intenta justificar el acto suicida relacionándolo con una causa determinada, o bien se lo exalta como un acto heroico, o se lo condena como un pecado o un acto cobarde. Nada de esto ayuda a la prevención, por el contrario, está demostrado que tratar el tema del suicidio de este modo genera procesos de identificación e imitación en personas vulnerables y aumenta el riesgo de que cometan suicidio. Ver Cómo Hablar Responsablemente del tema del Suicidio. Dicho esto, también debemos señalar que no hablar sobre el tema del suicidio es más peligroso aún. El suicidio es un tema tabú en nuestra sociedad. Uno de esos temas de los que nos dicen "de eso no se habla". Este mandato se reproduce de tal modo que hablar del tema del suicidio produce miedo y vergüenza en las personas. Especialmente en los que necesitan hablar por estar sufriendo por sus fantasías de muerte o pensamientos suicidas recurrentes. De este modo se clausura la posibilidad de que todas esa personas puedan contar lo que les pasa o lo que sienten y recibir la escucha, contención y acompañamiento que tanto necesitan por parte de la comunidad o su círculo más íntimo. La censura y autocensura sobre el tema del suicidio es tan fuerte que muchos no se animan a buscar ayuda profesional o, si la están recibiendo, a hablar sobre estos temas con médicos o terapeutas. Sabemos, porque así lo testimonian familiares de personas fallecidas a causa de suicidio, que El Proceso Suicida puede ser un camino solitario y silencioso. Quienes lo recorren puede que no encuentren la forma o no se animen a pedir ayuda. Vencer este tabú que pesa sobre el tema del suicidio es como abrir una gran puerta por la que todas esas almas sufrientes puedan entrar para buscar refugio. Desde Hablemos de Suicidio nos propusimos esto como principal objetivo: Promover la creación de espacios de escucha, contención y acompañamiento dentro y fuera de la institución para que todas las personas afectadas por el drama del suicidio puedan encontrar un lugar donde contar lo que les pasa y lo que sienten sin riesgo de sentirse juzgadas, estigmatizadas o desvalorizadas. Ver La Escucha Activa en temas relacionados con el Suicidio. Lo decimos una vez más: Hablar responsablemente sobre temas relacionados con el suicidio no induce al acto, más bien brinda una oportunidad a las personas con pensamientos suicidas de recibir la escucha, contención y acompañamiento que tanto necesitan. Ver también: Mito 1: "Quienes dicen que se van a suicidar no lo hacen" Mito 2: "El suicidio es un acto impulsivo por lo que no se puede prevenir" Mito 3: "Los suicidas tienen una decisión firme sobre lo que pretenden hacer" Mito 4: "Quien haya realizado un intento de suicidio estará en riesgo para toda su vida" Mito 5: "Los pensamientos suicidas siempre se deben a una enfermedad mental" Prevención Comunitaria del Suicidio Mitos sobre el Suicidio Escucha Activa en la Prevención del Suicidio Asistencia a Personas en Crisis o con riesgo de Suicidio Grupos Gratuitos de Ayuda Mutua para personas afectadas por el drama del Suicidio Sumate al Voluntariado de Hablemos de Suicidio ONG
- Mito 5: "Los pensamientos suicidas siempre se deben a una enfermedad mental"
Uno de los obstáculos más importantes para la Prevención Comunitaria del Suicidio son las creencias erróneas o mitos que circulan sobre el tema. En este Mes de la Prevención del Suicidio publicaremos, desde nuestro blog, una serie de artículos, basados en las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, con el objeto de concientizar a la población sobre la falsedad de estas creencias. Mito 5: "Los pensamientos suicidas siempre se deben a una enfermedad mental" FALSO Otra forma de estigmatizar o de descalificar a las personas que tuvieron fantasías de muerte, pensamientos suicidas o intentos de suicidio es decir que son enfermos mentales. Este prejuicio dificulta la Prevención Comunitaria del Suicidio por varios motivos. En primer lugar, si bien la enfermedad mental, como cualquier otra enfermedad, no debería interpretarse en un sentido peyorativo, lo cierto es que a muchas personas les genera miedo o vergüenza ser calificados como enfermos mentales. Y si a esto le sumamos la falsa creencia de que los suicidas son todos enfermos mentales, esta combinación de prejuicios hace que muchas personas prefieran no hablar de sus fantasías de muerte o pensamientos suicidas cerrando de esta manera toda posibilidad de recibir escucha, contención o ayuda. Por otra parte, para quienes deberían prestar en primer lugar esa escucha, contención o ayuda, que son sin duda los contactos más cercanos, identificar al pensamiento suicida con la enfermedad mental hace que no se sientan preparados o no puedan acercarse a sus seres queridos como pares. La realidad, relevada por la Organización Mundial, es que el suicidio y el pensamiento suicida no son enfermedades mentales ni tienen como requisito una enfermedad mental previa. Es cierto que la enfermedad mental aumenta el riesgo de suicidio, como también lo hacen otros Factores de Riesgo, pero aún en los casos en que haya una enfermedad mental previa, explicar el pensamiento suicida sólo en base a esta enfermedad es incorrecto. Como siempre aclaramos, el suicidio es multicausal, por lo que atribuirlo a una sola causa no solo es falso sino peligroso porque favorece los procesos de identificación e imitación. Además, aún en los casos en que exista una enfermedad mental previa, quien sufre una crisis emocional o pensamientos suicidas debería ser asistido por sus familiares o allegados como ser humano, no como un enfermo mental. Ver Asistencia a Personas en Crisis o con Pensamientos Suicidas. Así como la enfermedad mental es, sin duda, un factor de riesgo para la conducta suicida, la discriminación por cualquier motivo también lo es. Deberíamos entonces ser cuidadosos en este sentido para no agravar la situación. No discriminar a las personas con enfermedad mental tratándolas de un modo diferenciado más allá de atender sus necesidades especiales y no usar a la enfermedad mental como excusa para discriminar a las personas con pensamientos suicidas. Ver también: Mito 1: "Quienes dicen que se van a suicidar no lo hacen" Mito 2: "El suicidio es un acto impulsivo por lo que no se puede prevenir" Mito 3: "Los suicidas tienen una decisión firme sobre lo que pretenden hacer" Mito 4: "Quien haya realizado un intento de suicidio estará en riesgo para toda su vida" Prevención Comunitaria del Suicidio Mitos sobre el Suicidio Escucha Activa en la Prevención del Suicidio Asistencia a Personas en Crisis o con riesgo de Suicidio Grupos Gratuitos de Ayuda Mutua para personas afectadas por el drama del Suicidio Sumate al Voluntariado de Hablemos de Suicidio ONG
- Mito 4: "Quien haya realizado un intento de suicidio estará en riesgo para toda su vida"
Uno de los obstáculos más importantes para la Prevención Comunitaria del Suicidio son las creencias erróneas o mitos que circulan sobre el tema. En este Mes de la Prevención del Suicidio publicaremos, desde nuestro blog, una serie de artículos, basados en las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, con el objeto de concientizar a la población sobre la falsedad de estas creencias. Mito 4: "Quien haya realizado un intento de suicidio estará en riesgo para toda su vida" FALSO Aún aceptando la reversibilidad del Proceso Suicida. Es decir, que quien haya tenido fantasías de muerte, pensamientos suicidas, intenciones suicidas e incluso intentos de suicidio, puede recuperarse. Subsiste la idea de que quienes llegaron a tales estadios son personas inestables por lo que es muy probable que vuelvan a lo mismo. Esa presunción de inestabilidad emocional de las personas con pensamientos suicidas es uno de los motivos para que estas personas oculten lo que les pasa y lo que sienten y también un motivo para que quienes sobreviven a un intento de suicidio que se hizo público sientan una vergüenza profunda que sólo empeora su estado anímico. Y, si bien debemos admitir que las personas que transitan los estadios avanzados del proceso suicida suelen manifestar inestabilidad emocional, por lo que un intento reciente de suicidio debe tomarse como un factor de riesgo adicional, nunca debemos confundir lo que nos pasa con lo que somos. Esas mismas personas pueden recuperarse en forma razonablemente completa de su estado de vulnerabilidad y volver a ser tan estables, confiables y productivos como cualquier otra persona. Los muchísimos casos de personas que, habiendo llegado incluso a intentos de suicidio se muestran completamente recuperadas, dan muestra de esto. Señalar a una persona solo por el hecho de que haya tenido en el pasado pensamientos suicidas o intentos de suicidio como emocionalmente inestable o poco confiable es, como todos los estigmas, falso e injusto, pero en este caso es también peligroso, porque de algún modo se induce a la persona a identificarse con una etapa de su vida que posiblemente ya dejó atrás. Por otra parte, este tipo de descalificación lleva al desperdicio de un recurso fundamental: la experiencia. Hablemos de Suicidio es una Asociación Civil para la prevención del suicidio muy particular, ya que la mayoría de los asociados y los voluntarios somos personas que resultamos directamente afectadas por el drama del suicidio. Lejos de pensar que estas experiencias en nuestras vidas podrían representar un problema a la hora de brindar ayuda a otros en situaciones similares, creemos en el valor de la experiencia. Si bien todos los seres humanos tenemos la capacidad de comprender el sufrimiento ajeno desde la empatía, el haber transitado y podido elaborar situaciones similares es un importante atajo en este acercamiento al que sufre. Desde Nuestra Acción Comunitaria comprobamos que no estamos inhabilitados por nuestras experiencias pasadas y que, pese al dolor que nos causaron en su momento, en el presente nos ayudan a ser más sensibles y empáticos. Ver también: Mito 1: "Quienes dicen que se van a suicidar no lo hacen" Mito 2: "El suicidio es un acto impulsivo por lo que no se puede prevenir" Mito 3: "Los suicidas tienen una decisión firme sobre lo que pretenden hacer" Prevención Comunitaria del Suicidio Mitos sobre el Suicidio Escucha Activa en la Prevención del Suicidio Asistencia a Personas en Crisis o con riesgo de Suicidio Grupos Gratuitos de Ayuda Mutua para personas afectadas por el drama del Suicidio Sumate al Voluntariado de Hablemos de Suicidio ONG
- Mito 3: "Los suicidas tienen una decisión firme sobre lo que pretenden hacer"
Uno de los obstáculos más importantes para la Prevención Comunitaria del Suicidio son las creencias erróneas o mitos que circulan sobre el tema. En este Mes de la Prevención del Suicidio publicaremos, desde nuestro blog, una serie de artículos, basados en las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, con el objeto de concientizar a la población sobre la falsedad de estas creencias. Mito 3: "Los suicidas tienen una decisión firme sobre lo que pretenden hacer" FALSO Pensar en el suicidio como un proceso irreversible es otra forma de no involucrarnos en la Prevención Comunitaria del Suicidio. ¿Para qué luchar contra lo inevitable? Por suerte, la realidad y los numerosos sobrevivientes que se recuperaron de sus fantasías de muerte, pensamientos suicidas, intenciones suicidas e incluso intentos de suicidio nos muestran inequívocamente que esta creencia es completamente falsa. La realidad es que todos los estadíos del Proceso Suicida admiten recuperación, y eso se debe a que el pensamiento suicida es siempre, y hasta el último momento, ambivalente. Es decir, la persona que piensa en el suicidio, ya sea porque tiene fantasías o pensamientos intrusivos o porque consiente e intencionalmente planifica hacerlo, evidentemente tiene, en menor o mayor grado el deseo de morir, pero éste no anula, al menos no completamente, al instinto de supervivencia y el natural apego a la vida. Por eso decimos, para resumir esta idea, que el suicida no quiere morir, lo único que quiere es dejar de sufrir, solo piensa en la muerte porque desde su visión de túnel la ve como única escapatoria a su sufrimiento, pero a su vez estaría deseoso de seguir viviendo si se le pudiera mostrar una mínima esperanza de salir de otro modo de ese sufrimiento que siente insoportable. En los Grupos de Ayuda Mutua de Hablemos de suicidio vemos esto en cada reunión, personas que confiesan sus pensamientos suicidas pero a su vez manifiestan su deseo de estar mejor y continuar con sus vidas. Modestamente intentamos mostrarle esa mínima esperanza que necesitan desde la Escucha Activa, demostrándoles que a nosotros sí nos importa lo que les está pasando y lo que sienten al respecto. En las mismas reuniones escuchamos a personas que se recuperaron razonablemente de sus fantasías, pensamientos o intenciones suicidas y son el testimonio viviente de que llegar a esos extremos, aunque es muy angustiante, preocupante y riesgoso, por lo que no se lo deseamos a nadie, de ningún modo es una condena. El suicidio se puede prevenir. No nos cansaremos de repetirlo, porque entre más personas tomen conciencia de esta realidad más y mejores acciones para la prevención del suicidio podremos emprender como comunidad. Ver también: Mito 1: "Quienes dicen que se van a suicidar no lo hacen" Mito 2: "El suicidio es un acto impulsivo por lo que no se puede prevenir" Prevención Comunitaria del Suicidio Mitos sobre el Suicidio Escucha Activa en la Prevención del Suicidio Asistencia a Personas en Crisis o con riesgo de Suicidio Grupos Gratuitos de Ayuda Mutua para personas afectadas por el drama del Suicidio Sumate al Voluntariado de Hablemos de Suicidio ONG