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Luchar para no transmitir una historia de abusos y sufrimiento

Actualizado: 9 jul 2022


Tengo 25 años y soy terapeuta holística. Mi estudio me ayudó a salir de muchas situaciones en mi vida pero, aún así, continúo luchando por sobrevivir cada día a la idea de ponerle fin.


Todo comenzó desde pequeña, en un ambiente familiar tóxico: abusos, tortura, maltrato psicológico, verbal y físico, y silencio... Mucho silencio. Cómo era una familia que encubría la pedofilia con religión todo eran votos y pactos de silencio. Recién cuando mi madre murió hace tres años, me animé a ir rompiendo esas lealtades.


Mi primer intento de suicidio fue a los 10 años, cuando mamá en una de sus crisis porque papá se iba de nuevo y la dejaba me responsabilizó por la situación y comenzó a arrojarme vasos y platos que estaba lavando. Tomaba los trozos rotos y marcaba sus brazos diciéndome: "Esto es lo que querés, ¿verdad? Por tu culpa se va". Ahí es donde pensé que tenía razón, y que le aliviaría la carga. Tomé un cuchillo y me dirigí al baño. Al rato ella me siguió con su promesa de amor, tratando de abrazarme mientras me invadía el asco y la culpa por generarle dolor, según ella me decía.


Toda mi adolescencia fue cada vez peor, una relación castrante y con amenazas de matarse de parte de ella por el solo hecho de yo tener una amistad o hablar con compañeros en la escuela. Sobre todo si eran varones. Viví una persecución constante a pesar de ser la "chica diez" la nerd de la clase; y un control excesivo sobre mi cuerpo y mi conducta que ella enmascaraba con la falta de espacio personal, responsabilizando a la pobreza en la que vivíamos.


Pensar en morir era mi único lugar seguro, eso y la cama de una clínica por mis constantes enfermedades. Ahí no había maltrato…


A los 17 comencé mi primer noviazgo, muy atemorizada de ser descubierta. Mi primer beso, los primeros encuentros sexuales. Pero algo no iba bien, con ello comenzaron los recuerdos de lo que más tarde entendería fueron abusos sexuales en la infancia.


A su vez vino el cáncer, el pánico, la depresión, y claro, una relación de pareja abusiva que duro casi 6 años en los que él continuamente me alentaba a suicidarme. Llegué al récord de empastillarme 5 veces en un mes. Si no lo hacía el cáncer o él, yo pondría fin a mi calvario. Viví violencia de todo tipo, hasta despersonalizarme por completo. Sobreviví gracias a las herramientas que me brindó mi carrera y a mantener la mente ocupada. Sola, completamente sola.


Tras la muerte de mamá, todo se destapó y pude confrontar a mi tío, el abusador. Yo estaba en la calle, lo había perdido todo por ella. Sinceramente no recuerdo la cantidad de veces que intenté matarme: traición de mis pocas amigas, una relación violenta que no cesaba, pérdidas de bebés, y dos carreras que intentaba terminar. Nadie creía que yo “la fuerte” pudiera llegar a sentir dolor.


Cuando expuse lo que vivía en esa relación aprovechando el atisbo de libertad de la muerte de mamá, nadie me creyó. Como jamás lo había contado… igual que en mi infancia. Busqué ayuda profesional, pero al no tener recursos económicos no la obtuve. Más tarde caí en manos de unas supuestas terapeutas. Una peor que la otra. Al final me aconsejaron matarme porque yo era el problema, yo era la tóxica.


Cuando todo parecía ir a mejor, o al menos algo me sostenía, entré a trabajar en el puesto de mamá. Aunque no estuve mucho tiempo ahí ya que todo el jardín maternal me había declarado la guerra por exponer el maltrato hacia los niños, y también por ser "creída" ya que seguía estudiando dos carreras.


Recuperé la casa materna y puse final a esa relación abusiva. Era hora de un cambio…


Conocí a otro chico, con una vida similar a la mía. Lo acogí, y repetí la historia: violencia y amenazas de suicidio si yo me iba.


Ahora camino muerta en vida. Exprimida. Lo entregué todo pero recibí mucho maltrato de todo tipo. Hace un año, en una de las peleas quince ponerle fin, pero dos días después me enteré de que estaba embarazada. Decidí cambiar para que mi niño no viva lo mismo que yo. No me mate, aguanté, ahora él cumplió 5 meses y logré resistir la tentación de irme.


También busqué ayuda profesional en el embarazo, ya que no resolvía tampoco el haber perdido mellizos el año anterior. Y no soportaba la violencia obstétrica que estaba teniendo. Luego de que casi me matan en este parto, de que quede con convulsiones por mala praxis y de que recibí mucha mucha violencia por parte del papá, aquí estoy... Intentando no hundirme, y sigo pensando de dónde obtener ayuda. Pero al final del día tengo 25 años, sin familia ni amigos y con un bebé que depende de mí. Trato de no aflojar.


Sigo trabajando mi inteligencia emocional y mi capacidad de tomar decisiones. Sé que es una lucha diaria, y hasta ahora vengo ganando. Espero ganar para darle una vida digna a mi hijo.

 

Podés enviarnos tu testimonio en relación al problema del suicidio para publicarlo en forma anónima desde Tu Testimonio.


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